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Foto de una mujer cosiendo con una máquina de coser

Buscar algo que necesitas y no poder comprarlo porque no hay nadie que lo fabrique.

Seguro que, más de una vez, cualquiera puede haber vivido la situación de buscar algo que necesita y no poder comprarlo porque no hay nadie que lo fabrique, o no sabe dónde buscarlo… entonces, o claudica, o se pone manos a la obra y de manera “casera”, simplemente, lo hace.

Entre otras, esta puede ser una de las causas de emprendimiento. Con la pandemia numerosas empresas han reorientado sus negocios para cubrir la necesidad de mascarillas, pantallas, respiradores…y también han surgido nuevos emprendedores…pero ¿es lo habitual?

Según un artículo de Expansión , en 2020 el porcentaje de emprendedores en España se había estabilizado alrededor del 6%, tras haber estado antes del 2008 en un 7% y haber caído hasta el pico más bajo en 2010 con un 4,3%.

España no es un país especialmente emprendedor y a la confianza del emprendedor en sí mismo y en la idea, al desarrollo del modelo de negocio, a la financiación… le podemos añadir las dificultades administrativas. Tener clara la necesidad, contar con una red de apoyo, formación y entusiasmo, es fundamental. Pero ¿Cómo se consigue hacer todo eso? ¿Cuál es el primer paso?

No hay un primer paso reglado, María, inmigrante, mujer, artista y también emprendedora en nuestro país, nos cuenta su historia en primera persona.

 “Corría el año 2003 cuando llegué a España procedente de Colombia, mi país natal. 

No fue fácil mi comienzo, pues mi condición de refugiada me aportó no pocas dificultades y sinsabores en mis primeros tiempos en Europa. Afortunadamente, todo se fue superando y, poco a poco, fui haciéndome un huequecito en el mundo de la danza y el arte. 

Soy Licenciada en Administración Educativa y Coreógrafa. Gracias a estos conocimientos y algún que otro empujoncito de buenas personas que se cruzaron en mi camino, logré establecerme como profesora de danza en un centro educativo público. Allí impartía clases a niñas de corta edad y disfrutaba mucho con la elasticidad y alegría que casi todas desarrollaban durante las agotadoras lecciones.

Recuerdo con especial cariño a Rosita, una niña regordeta y extrovertida, cuyas características físicas para la danza eran inversamente proporcionales al talento bailarín que demostraba, no obstante, aunque no me crean, terminó por ser mi mejor alumna, puesto que desplegó tal empeño, simpatía y esfuerzo, que me cautivó completamente como profesora y también como público.

Con cierta frecuencia llevábamos a cabo pequeños festivales y eventos donde mis alumnas realizaban bailes y coreografías, sobre todo para los padres, educadores y parientes de mis pupilas. Fue ahí donde detecté una necesidad y posibilidad de negocio que antes nunca había podido imaginar. 

Era extraordinario observar la gran acogida que tenía la interpretación de nuestras coreografías, siempre desarrolladas con enorme esfuerzo y entusiasmo por las niñas, pero un tanto deslucida y desaliñada por la disparidad de los trajes de alguna de ellas. Era común ver rojos de distintos tonos entremezclados con colores que no concordaban, o incluso alguna que otra talla poco adecuada para quien la vestía.

Como se puede suponer para llevar a cabo estos modestos eventos era necesario contar con un vestuario acorde con la temática de los mismos. Intenté conseguir vestiditos de danza para estos eventos, pero me fue imposible encontrarlos en Madrid y solamente los hallé en Barcelona. Este vestuario, una vez adquirido llegaba puntualmente, pero los tiempos eran, en muchos casos, dilatados y, caso de haber algún inconveniente, se hacía imposible de solventar.

Entonces anidó en mí la idea y el arrojo de intentar montar una empresa en Madrid cuya actividad consistiese en la confección de vestidos para el mundo de la danza.

Tras no pocas deliberaciones, incertidumbres, temores, zozobras y ansiedades conseguí crear mi propio negocio, y debo decir que, gracias al apoyo profesional recibido por parte de personas especialistas en el desarrollo emprendedor, el proceso, siendo un tanto traumático finalmente llegó a su fin, y hoy disfruto haciendo lo que me apasiona y me proporciona un medio de vida tanto a mí como a mis trabajadoras.

Tengo que aclarar que, si bien como he dicho era una profesional del mundo de la danza y la gestión cultural, también había trabajado con anterioridad en el mundo del diseño de ropa.

De esto hace ya unos cuantos años y pasados ya los mismos puedo contemplar con mayor ecuanimidad los avatares que para mí supuso arriesgarme a emprender en un país que no era el mío, y una actividad que, si bien tenía relación con mis estudios, tampoco dominaba a la perfección.

“Quiero desde aquí mandar un mensaje de optimismo e infundir ánimo y esperanza a todo aquel que decida arriesgarse a perseguir un sueño, que no se rinda, que luche y sobre todo que jamás pierda la ilusión por su idea. Solo así se puede alcanzar el éxito.”

 

José Luis Rodríguez Martín
Autor del libro “Sentimientos de madera”
Voluntario en actividades de emprendimiento y Experto en Seguridad Informática