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Ilustración referencia a la salud mental. Un cerebro compuesto de engranajes

Activos de salud clave para la salud mental de personas que afrontan condiciones extraordinarias.

Las palabras son importantes porque reflejan la realidad de cómo se han de considerar los distintos fenómenos de la vida. En nuestro diálogo social, debería asumirse la necesidad de cambiar la palabra discapacidad puesto que suele enfocar negatividad e impotencia, cuando sobradamente ha podido comprobarse que personas con diferencias en cualquier esfera de su vida demuestran, por el contrario, y de manera cotidiana, capacidades extraordinarias. Resulta incongruente que esto ocurra en una sociedad que promueve la equidad y los derechos, por tanto, debiéramos superar esta denominación tal y como como trascendieron otras denominaciones pasadas, que ni siquiera merecen mención, puesto que han de ser consideradas despreciativas e incluso vejatorias… 

La diversidad, las diferencias individuales, no debieran ser reconocidas, ni socialmente ni técnicamente hablando, como discapacidades… A pesar de que, a nivel teórico y técnico, la discapacidad es entendida no como un atributo de las personas, sino desde lo que provoca, limita y restringe el entorno para la vida en comunidad; el término socialmente se aplica a la persona y esto daña, o puede hacerlo, tanto su identidad, su dignidad, sus derechos e incluso su autoestima, provocando el tan desdeñable estigma, la exclusión, rechazo y la merma de oportunidades.

Hablemos de personas diversas, de personas con necesidades y oportunidades diferentes, hablemos de un mundo inclusivo, que acoja y se proponga, tal y como anunciaba ya en el año 2016 la entidad Plena Inclusión, un mundo en el que Todos somos Todos, formando una comunidad en la que exista comprensión y apoyo mutuo.

Esta favorable y deseable situación ofrecerá alternativas para el ajuste, el afrontamiento, la recuperación y el proyecto vital. La participación y el apoyo de la sociedad, tanto emocional como técnico, es sin lugar a dudas un factor protector clave de la salud mental. Por el contrario, ignorar o negar sus necesidades e incluso ser despreciativos puede ser el peor detonante del malestar emocional, causante de problemas de adaptación y de otros problemas de mayor envergadura (acoso escolar, ansiedad, depresión, adicciones, desesperanza y riesgo de suicidio…). La actitud de la sociedad y las políticas pro-igualdad son cruciales para mejorar la salud mental de absolutamente TODAS y TODOS. Vencer obstáculos en la comunidad es garantía de transitar hacia el bienestar.

¿Cómo se ve afectada la salud mental a nivel individual y/o familiar de las personas con diversidad funcional del tipo que fuere? Pues esta es una pregunta que necesariamente requiere una investigación exhaustiva en nuestra sociedad puesto que verdaderamente podemos intuir, pero probablemente no contamos con suficiente información para describir de manera precisa y lo suficientemente verídica. Investigación siguiendo métodos cuantitativos más tradicionales e investigación cualitativa que describa con detalle la experiencia en primera persona.

Entrando en materia y reflexión, la salud mental de las personas con diversidad funcional, o que afrontan condiciones extraordinarias y tienen este reconocimiento social (sin olvidar que muchas personas padecen esta situación y ni siquiera ven reconocida esta situación a nivel administrativo, no recibiendo apoyo o consideración asociado) es en sí misma también muy diversa.
Un número considerable de estas personas que viven procurando su bienestar emocional y salud mental, afrontan con resiliencia sus procesos e incluso, han trascendido y realizado aprendizajes que les impulsan hacia un mayor desarrollo del que incluso podían haber tenido en situaciones inicialmente consideradas más favorables. Existen múltiples ejemplos de afrontamiento y superación que ponen de manifiesto que la actitud y, repetimos, los apoyos son activos de salud clave. 

Además de valorar la actitud y los apoyos, necesitamos comprender, o al menos tener en cuenta, la forma en afecta la familia, la salud física o el dolor entre otras muchas cosas, a las personas con estas condiciones especiales. 

Cada proceso personal y familiar es único y puede condicionar un abanico exponencial de situaciones, sin olvidar que en ocasiones, diversidad y problemas de salud mental coexisten paralelamente, bien por ser causa, bien por ser procesos concomitantes e incluso aparecer como consecuencia de no alcanzar el deseable ajuste en la autonomía y la calidad de vida personal. Resulta especialmente necesario que la persona sienta el apoyo y el acompañamiento oportuno por parte de su familia, amigos y profesionales para aceptar su proceso, los cambios y las crisis sobrevenidas, aprender a vivir en las condiciones que se dan, y esto en todas las etapas de la vida. No resulta infrecuente que las personas se aíslen y vivan su proceso en soledad, hecho que puede perturbar su bienestar mental. 

No puede perderse de vista que algunos problemas de salud congénitos determinan necesidades desde el nacimiento y generan una dependencia de por vida que necesariamente es sostenida por las, casi siempre, mujeres que ejercen como cuidadoras familiares con escaso reconocimiento, ni la dependencia sobrevenida o adquirida asociada a procesos crónicos, avanzados e incluso terminales. 

Las personas con diversidad psicosocial y también de tipo intelectual o sensorial se enfrentan, si cabe, a una problemática aún más compleja, puesto que su capacidad de autodeterminación y autonomía personal suele verse cuestionada. Aun así, en la medida de lo posible, resulta imprescindible que las personas que les rodean les permitan tomar sus propias decisiones en las que seguro habrá aciertos y errores que les permitirán construir su identidad y una autoestima saludable. 

Las personas que experimentan accidentes o experiencias traumáticas ven especialmente modificado su estilo y proyecto vital debiendo reconstruir su historia evocando y experimentando el acontecimiento traumático reiteradamente y aprendiendo a vivir con las secuelas asociadas. Se hace necesario recolocarse, reaprender y enfocar los objetivos de vida haciendo hincapié en el día a día. Un esfuerzo de reajuste y de superación constante.

El dolor, ya sea físico, psicológico, espiritual o moral, agudo o crónico, puede ser un factor condicionante importante del bienestar psicoemocional y la salud mental. Otras dificultades funcionales que limitan la autonomía y generan dependencia pueden contravenir el bienestar y la salud mental. La pérdida de esperanza y estos padecimientos sostenidos en el tiempo son especialmente acuciantes para incrementar el malestar y el sufrimiento emocional. La depresión, sin olvidar la desesperanza y riesgo de suicidio, que es, sin lugar a dudas, la gran temida.

En definitiva, cuidar de la salud mental es imprescindible para TODAS y TODOS, pero en especial en estas situaciones porque las cifras son evidentes. El número de personas según Encuesta de Discapacidad, Autonomía personal y Situaciones de dependencia de 2020 en España es superior a 4,38 millones y sus correspondientes familias, lo que pone de manifiesto la magnitud y el impacto en la sociedad. Destacamos el número de mujeres afectadas, las dificultades para el acceso al empleo, la educación y la accesibilidad lo que condiciona la calidad de vida e incluso unos ingresos mínimos suficientes. Todos estos factores son especialmente delicados y repercuten sin lugar a duda en el bienestar y la calidad de vida.

Queremos resaltar la importancia de que se dignifiquen y se atiendan las necesidades, tanto sentidas como expresadas, de las personas con diversidad funcional en la línea que reconoce la Estrategia de Inclusión de la Discapacidad 2022-2025 de la Oficina de Coordinación del Desarrollo de las Naciones Unidas. 

Reducir la desigualdad, tal y como establece la Agenda 2030 en el Objetivo de Desarrollo Sostenible 10, sin lugar a dudas ayudará a la salud mental, y mientras tanto, hemos de concienciar de la necesidad del autocuidado en la salud mental, las enfermeras sabemos de ello, trabajando la Salud Mental Positiva, tal y como señala Teresa Lluch, Catedrática de Enfermería de la Universidad de Barcelona. 

Apostemos por mejorar la satisfacción vital, el autocontrol y la regulación emocional, la autonomía, la resolución de problemas, las habilidades sociales y la actitud prosocial porque juntos somos más y de este modo Todos somos Todos, e iguales ante cualquier causa.

Consulta a tu enfermera de salud mental, pide ayuda profesional, si crees que tanto tú, como cualquier persona de tu entorno, podéis beneficiaros. 

¡Cuidar nuestra salud mental es más que importante!

Montserrat García Sastre y Julián Carretero Román
Enfermer@s especialistas en Salud Mental 
Asociación Española de Enfermería de Salud Mental (AEESME)
Cátedra Francisco Ventosa AEESME / Universidad de Alcalá

Ilustración referencia a la salud mental. Un cerebro compuesto de engranajes

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