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Foto de una señora mayor acompañada con una enfermera

La enfermera familiar y comunitaria, el cuidado profesional en el centro de salud

En los tiempos que corren, tras una pandemia que ha puesto al Sistema Nacional de Salud en jaque, pocas personas pueden cuestionarse la importancia que tiene el blindaje a la sanidad y sus profesionales para tener una sociedad cuidada, con hábitos de vida saludables y que los ciudadanos puedan cubrir sus necesidades de salud y bienestar.

España es uno de los países con mayor porcentaje de población mayor de 64 años (en concreto los datos que ofrece el INE a fecha 1 de enero de 2021, es de 9,38 millones de personas por encima de esta edad) y con una previsión de tasa de dependencia para mayores de 64 años del 58% en el 2051. Con lo que respecta a la discapacidad, la Encuesta de Discapacidad, Autonomía personal y situaciones de Dependencia realizada por el INE, nos muestra que en los hogares Españoles hay cerca de un 17% de personas con discapacidad. La discapacidad es un fenómeno creciente, asociado a los cambios demográficos, epidemiológicos y de estilos de vida, así como a los adelantos científicos en materia de salud. Su entendimiento dentro del modelo social (alejado cada vez más del modelo biomédico centrado en la incapacidad y focalizado en el área de la salud), cobra cada día más fuerza.

Llegados a este punto, es importante saber que el tener una discapacidad no es sinónimo de tener dependencia, al igual con la incapacidad:  una persona con incapacidad permanente no tiene por qué ser dependiente. Todo dependerá de la situación individual.
 
Cabe destacar que España es uno de los países Europeos con mayor esperanza de vida, por lo que es inevitable que las personas mayores incrementen la demanda de servicios sanitarios y sociales si más vida puede suponer más discapacidad y dependencia. En este contexto, es de suponer que los servicios de atención primaria destinados a cuidar profesionalmente de esta población de manera preventiva, educacional y curativa, se deberán incrementar para atender a los ciudadanos de manera adecuada. De la misma manera, será necesario “promocionar” la figura de este primer cuidador profesional para que sea aprovechada al máximo.

Las enfermeras de familia y comunitaria somos el primer eslabón de la cadena de cuidados como cuidadores profesional más cercanos que ofrece nuestro sistema de salud (desde atención primaria), y a pesar de su importancia y necesidad, sigue siendo una gran desconocida; somos los que nos encargamos del cuidado y de los procedimientos orientados a conservar la salud. Según la ley 44/2003 de 21 de noviembre, de ordenación de las profesiones sanitarias, “corresponde a los Diplomados universitarios en Enfermería la dirección, evaluación y prestación de los cuidados de Enfermería orientados a la promoción, mantenimiento y recuperación de la salud, así como a la prevención de enfermedades y discapacidades.”

Conocer nuestra figura y acudir a ella, puede ser de gran ayuda para las familias que tienen algún miembro con discapacidad y dependencia, sobre todo personas mayores que presentan cronicidades, y cuya longevidad hace necesario el cuidado y supervisión continuada por profesionales en su entorno inmediato.

A las enfermeras de los centros de salud se nos asigna un cupo de pacientes (que puede ir desde edad pediátrica, adolescencia, adultos y personas mayores) de cuya atención sanitaria somos responsables, para la prevención de la enfermedad, la promoción de la salud y los cuidados integrales que se precisen para lograr el máximo confort posible:  esto incluye desde la atención a las revisiones del niño sano, la promoción de la salud en todas las etapas de la vida, atención a procesos agudos, control del paciente crónico y sin duda, uno de sus pilares es la atención domiciliaria a los pacientes con dificultades para poder realizar sus AVDs (actividades básicas de la vida diaria).

Las enfermeras evaluamos las necesidades básicas de las personas, que fueron descritas por Virginia Henderson: necesidad de respirar; comer y beber de forma adecuada; eliminar los desechos corporales; moverse y mantener una postura adecuada; dormir y descansar; elegir la ropa adecuada; mantener la temperatura corporal; mantener la higiene corporal; evitar riesgos del entorno; mantener la capacidad de comunicación; respetar las creencias; sentirse autorrealizado; entretenimiento y la necesidad de satisfacer sus propias curiosidades. Cuando una de estas necesidades no está cubierta, activamos la maquinaria necesaria para poder cubrirla ya bien sea de forma autónoma, con la ayuda de nuestro cuidado profesional, la familia u otros profesionales u organismos oficiales, para garantizar el máximo confort del paciente en todas las etapas de la vida, incluso derivando a estructuras como  Trabajo Social, para tramitar ayudas sociales, ya que las enfermeras también somos el enlace entre las instituciones, asociaciones de pacientes, asociaciones de cuidadores, profesionales sanitarios y servicios sociales.

Soy consciente, como enfermera familiar y comunitaria, de la necesidad que tenemos de adaptación a los tiempos dando respuestas a nuevos problemas. El aumento de la esperanza de vida y la mayor necesidad de cuidados a domicilio, un contexto más complicado que la propia consulta, es donde debemos desarrollar estrategias individuales para cubrir las necesidades de los pacientes y enseñar a los cuidadores/as habituales a llevarlas a cabo. Estas visitas a domicilio tienen un alto componente técnico/asistencial (curas, vendajes, control de constantes o la valoración de necesidades fisiológicas), pero también tienen un alto contenido de prevención, educación para la salud, valoración de necesidades sociales y el abordaje de problemas emocionales tanto de los pacientes, como de los cuidadores y la familia; siempre desde una mirada humanizada, escucha activa y ofreciendo retroalimentación para anticiparnos y poder reaccionar ante cualquier cambio que pueda surgir.

El foco siempre centrado en la atención hospitalaria sobre la infravalorada práctica sociosanitaria, la vinculación del cuidado de las enfermeras en la lucha contra las enfermedades y no con el fomento de la salud; entender el cuidado como algo unido a la a la enfermedad y no a la promoción y defensa de derechos, son solo algunas de las cuestiones que deben centrar nuestra lucha en el cambio de paradigma sanitario.

Como cuidadoras profesionales, las enfermeras familiares y comunitarias tenemos claras las tres funciones clave en nuestra práctica clínica diaria: curar, cuidar y, sobre todo, acompañar.

 

Borja Mediero Rodríguez
Enfermero
Vpdte. de la Asociación Científica Española de Enfermería y Salud Escolar Madrid