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Foto en un parque de un chico en silla de ruedas con los brazo abiertos celebrando


El camino a la autorrealización es la segunda parte del artículo: "Descubrir que ser el mejor no es lo que necesito para ser feliz"


Oliver es un adulto de 43 años que tiene una discapacidad física, ha vivido una niñez y adolescencia en entornos y redes con el punto común de la discapacidad, pero al llegar a la edad adulta, vive en un entorno de inclusión donde sus experiencias son comunes a las de cualquier persona, gestionar el día a día y las alegrías y decepciones cotidianas le han llevado a cuestionarse qué necesita para ser feliz, cómo puede sentirse bien consigo mismo. Los valores y certezas en las que se apoyaba hasta este momento, ya no le sirven… ¿a quién no le sucede esto en algún momento?

Ante este escenario emocional, Oliver pidió apoyo psicológico a ILUCA, quienes después de más de un año de trabajo personal, le preguntamos: “¿Qué resaltarías de lo aprendido en este tiempo?” 
 Oliver nos respondió: - “Lo que más resaltaría es la nueva forma de gestionar mis emociones y los pensamientos, que me ha proporcionado la práctica continua de Mindfulness y que ha facilitado cambiar mi forma de comportarme en muchos contextos ambiguos.”

Para comprender mejor a Oliver, desde Iluca hemos seguido indagando en sus sensaciones: “¿Qué sensaciones corporales te pusieron en la pista del cambio de emociones?, ¿Cómo sentiste que cambió la relación con tus pensamientos?”

- “Por medio del entrenamiento continuo de mindfulness descubrí que tenía altos niveles de ansiedad, pues sentía tensión en la zona de los trapecios y romboides; presión en la zona abdominal; y encogimiento del psoas iliaco. Estas sensaciones corporales me llevaron establecer conexiones con mi forma de pensar y comportarme, pues descubrí que vivía en un continuo “Estado de Alarma”: vigilando y analizando todo mi comportamiento y el de mi alrededor para conseguir las metas que me proponía y con ello los refuerzos asociados. Esta forma de vivir me hacía oscilar entre dos pensamientos: soy un fenómeno, o soy una bazofia. ¿Os podéis imaginar el coste emocional que me generaba esta forma de vivir? Pérdida de relaciones personales, de pareja y laborales; así como enfrentarme continuamente a la gestión sentimientos de culpa, tristeza, ira entre otras muchas emociones.” Nos contaba Oliver.


Gracias al entrenamiento de Mindfulness y Compasión que le proporcionamos en ILUCA, Oliver pudo hacer frente a este doloroso, pero necesario para él, proceso de conocimiento de sí mismo, de reconocer y nombrar sus sentimientos, de ordenar sus valores,  siendo compasivo y amable consigo mismo ante su sufrimiento.

Sin lugar a duda, hoy podemos afirmar, que el compromiso individual que Oliver adquirió al practicar la compasión y mindfulness de manera continua, es el que generó el cambio en la forma de relacionarse consigo mismo y los demás, es decir, le permitió establecer la conexión con los otros y acercarse a ellos.

Para finalizar esta historia, queremos compartir una conclusión: Desarrollar compasión con nosotros mismos y los demás no depende de ningún otro factor externo o ajeno de nuestra voluntad. La compasión siempre está disponible y podemos utilizarla con nosotros mismos, lo que nos permitirá centrar nuestra atención en buscar cuidarnos y darnos afecto cuando experimentamos algún tipo de malestar emocional, que generalmente empiezan a aparecer cuando me comparo, de manera inconsciente, con alguien, o con alguna forma o estado ideal de mi ser, o de mis seres queridos.

Si quieres conocer la historia de Oliver desde el principio, puedes leer: Descubrir que ser el mejor no es lo que necesito para ser feliz.

Luz Andrea Robles Wandurraga, Especialista en Coaching y PNL
Álvaro Galán Floría, Especialista en Psicología Coaching  
ILUCA. Calidad de vida para las personas con discapacidad y sus familias