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Hombre mayor durmiendo en su cama

La calidad del sueño es esencial para la salud y para mantener la mejor calidad de vida, porque dormir mal afecta negativamente sobre todo a la salud cerebral, afectando significativamente a la memoria y al aprendizaje. Además, aumenta el riesgo de sufrir enfermedades neurológicas como el alzhéimer o la enfermedad cerebrovascular, como explica la coordinadora del Grupo de Estudio de Trastornos del Sueño de la Sociedad Española de Neurología (SEN), Ana Fernández, quien insiste en señalar que el sueño saludable, aquel que se adapta a las necesidades de la persona y de su entorno, es esencial para la salud. 

Según los datos que hace públicos la SEN, el 48 % de la población adulta de nuestro país no tiene un sueño de calidad, y entre el 22 y el 30 % de la población española se ve afectada por trastornos del sueño. El principal de estos trastornos (que afecta al 20 % de la población) es el insomnio, que junto a la apnea del sueño (5-7 %) y el síndrome de las piernas inquietas (5-10 %) forma la terna de los trastornos más comunes. Además de estos, existen otros muchos que “no solo afectan la calidad de vida de las personas que los padecen, sino que también pueden tener consecuencias en el desarrollo de enfermedades en el futuro”, explica Fernández. 

 

Pacientes con problemas neurológicos

La experta de la SEN afirma que los pacientes con enfermedades neurológicas son más susceptibles a padecer trastornos del sueño, por lo que necesitan “más atención para detectarlos correctamente, dado que un buen descanso repercutirá en su calidad de vida y el pronóstico de la enfermedad”. 

Desde la Confederación Española de Alzheimer y otras Demencias (CEAFA), se confirma que tratar las alteraciones de sueño en las personas con alzhéimer tiene un impacto positivo para su calidad de vida, tanto a nivel clínico como social. 

La alteración del sueño es un factor de riesgo asociado con una mayor probabilidad de desarrollar demencia. Por ello, la Confederación recuerda que tener una buena rutina de sueño con horarios establecidos, evitando los estimulantes antes de acostarse, las siestas largas, y con ambientes tranquilos, entre otros, reduce el riesgo de desarrollarla.

Las interrupciones y la falta de sueño interfieren en el proceso de eliminación de la proteína beta amiloide, relacionada con el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer. Al dormir se ponen en marcha los mecanismos necesarios para prescindir de la acumulación de esta sustancia que se ha producido durante el día. Pero una mala calidad del sueño favorece la formación de placa beta-amiloide, que, con el tiempo, puede dar lugar a la aparición de la enfermedad.

Los trastornos del sueño también pueden afectar a los cuidadores y a los familiares de los pacientes. Por eso, desde CEAFA, recuerdan que es muy importante proporcionar apoyo emocional y recursos adecuados para las personas encargadas de los cuidados.

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